LA COMPLEJIDAD Y EL SISTEMA EDUCATIVO
José Manuel Castelblanco Arenas
Romper paradigmas frente a una crisis de la educación debe entenderse como lo plantea Pérez Lindo cuando afirma que “En los modelos antiguos se buscaba una educación que procurara
finalmente sabiduría, capacidad para comportarse de acuerdo a ciertos valores
dentro de una sociedad dada. En la educación moderna se puso el acento en el
conocimiento, en el dominio de disciplinas específicas. En la educación actual
se intenta superar la fragmentación de disciplinas y de objetivos para procurar
la formación de la inteligencia y de la afectividad, del individuo y de su
socialidad, del pensamiento científico y de la creatividad artística, de la
capacidad para pensar y de la capacidad para resolver problemas”.
Se parte de
entender la crisis de la educación desde una mirada compleja en donde la
educación es un sub-sistema fundamental en el desarrollo del complejo sistema social, subsistema afectado o
influenciado por las diferentes mutaciones del territorio, entendiendo en
territorio como el conjunto de elementos que identifican una sociedad
(culturales, Políticos, económicos, religiosos, etc), para Augusto Pérez Lindo “Los sistemas educativos han evolucionado en
las últimas décadas adaptándose a los cambios del mundo a través de la
diversificación, la expansión o la innovación. Pero pareciera imposible que una
teoría de la educación pueda contribuir a racionalizar experiencias tan
variadas”. evoluciones que no vemos reflejadas en los modelos implementados en muchos países latinoamericanos, donde se sigue dogmatizando sobre viejas teorías y la innovación es solo una palabra.
Innovación que requiere entender los cambios de la sociedad contemporánea, entendida esta sociedad en un mundo sin fronteras o lo que algunos autores identifican como la integración
de la humanidad en una aldea global que implica la convergencia de distintas culturas en torno a modelos institucionales y planes de estudio que permitan generar una cultura de transformación constante en las formas como se esta construyendo el conocimiento, conocimiento que permita en desarrollo de los diferentes territorios entendiendo sus propias realidades.
Ante esta situación Pérez Lindo en su investigación indica “Aquí aparece la necesidad de fortalecer el
campo teórico de la educación, la teoría pedagógica o como se la quiera llamar,
no como una disciplina aislada ni como una yuxtaposición de disciplinas sino
como un campo transdisciplinario con finalidades y objetivos determinados. Los
fenómenos educativos están sujetos fácilmente a los discursos ideológicos y a
todo tipo de opiniones, por eso la teoría de la educación necesita fortalecer
la cientificidad de sus prácticas sin olvidar que se trata de un fenómeno donde
intervienen factores políticos, culturales, sociales, económicos, etc”.
Vemos en esta afirmación como el pensamiento complejo y las ciencias de la
complejidad nos brindan elementos que nos permite cambiar paradigmas frente a
como nos estamos preparando para un mundo globalizado mediado por la tecnología y sustentado en el trabajo colaborativo y transdiciplinar.
Encontramos en esta investigación de Pérez
Lindo como conclusión a este aspecto que “El
pensamiento complejo puede ser el enfoque adecuado para interpretar la diversidad,
la inteligibilidad y la convergencia de los sistemas educativos. En este
sentido la educación requerirá una fundamentación al mismo tiempo
filosófica, biológica, ética,
pedagógica, psicológica, política, sociológica, económica y cultural de sus
principios”.
Es importante entender que “Para construir una nueva visión compleja de los procesos educativos
debemos empezar por reconocer que han entrado en crisis la idea de la realidad,
la idea de la verdad, los paradigmas sobre la subjetividad, la visión de los
entornos naturales y culturales, los principios que guiaban los métodos de
enseñanza. El hecho de que no existan tratados sobre la educación que reflejen
todos los problemas en juego es el síntoma de una desarticulación entre los
cambios históricos y la teoría de la educación”. Afirmación que justifica la
importancia de seguir investigando sobre modelos que nos permitan articular las
prácticas educativas con las realidades del territorio.
Otro elemento del sistema educativo que se
encuentra en esta investigación y que sustentan la hipótesis de que existe una crisis en la educación la vemos en los planteamientos de; J, Bonil, M Junyent y R.M.
Pujo; cuando manifiesta que “La
construcción de conocimiento no escapa a la crisis. A lo largo del siglo XX la
ciencia ha ido perdiendo su estatus social para pasar a estar cuestionada de
forma significativa. La emergencia del concepto de tecnociencia (Sanmartín,
1992; Agazzi, 1996; Echevarría, 1998) ha dotado a la ciencia de una capacidad
transformadora que va mucho más allá de la clásica finalidad de conocer el
mundo. En el siglo XX conocimiento y acción van de la mano poniendo en
evidencia la relación entre ciencia y valores que había negado el positivismo.
Un proceso que se da en paralelo a la consolidación del concepto de sociedad
del riesgo (Beck, 2002), un riesgo que ya no es azaroso o divino, como en el
pasado, sino consecuencia de la acción humana. Se pone así en evidencia la
incapacidad del conocimiento para hacer frente a nuevos fenómenos y preveer
desastres, perdiendo de este modo su estatus en la sociedad”. Aquí podemos
ver como el autor nos hace una invitación a establecer procesos innovadores
fundamentados en el hacer y acordes con la forma como se está moviendo el mundo
, y estas acciones deben de ser emprendidas desde un sistema educativo abierto
a los diferentes cambios o mutaciones de la sociedad y haciendo buen uso del
desarrollo de herramientas tecnológicas, en donde la educación mantenga el
estatus de elemento transformador de la sociedad.
El mismo autor frente a la responsabilidad del subsistema que denominamos educación concluye “Uno de los retos de la educación es dotar a
la ciudadanía de los recursos que le permitan construir las oportunidades que
se vislumbran en el actual contexto de crisis. El paradigma de la complejidad
se constituye como una propuesta sólida para abordar dicho reto desde la
educación ambiental, apostando por la ambientalización curricular. El paradigma
de la complejidad emerge del diálogo entre una forma de pensar, un marco de
valores y un modelo de acción que incorporan los principios de la ciencia
contemporánea (estructuras, relaciones, organización, procesos...) Incorporar
los principios de la complejidad a la educación ambiental comporta preguntarse
cómo dichos principios hacen reconsiderar aspectos como el modelo de
pensamiento, la relación entre disciplinas de conocimiento, la planificación de
la acción, la relevancia de las emociones y la forma de abordar la
investigación didáctica”.
Se entiende la organización como uno de los principios de
las ciencias contemporáneas y se relaciona con el conocimiento teniendo en
cuanta lo planteado por, Carlos Eduardo Maldonado,
cuando en su trabajo manifiesta que; “El
problema de la organización del conocimiento es también un problema del
conocimiento. Así, en el orden del estudio con, y el desarrollo de los sistemas
complejos, las organización clásica que divide a las ciencias entre sí, y a
estas con la filosofía, debería poder conducir, entre nosotros, a una
organización de la ciencia de una manera diferente a como existen en la
actualidad. De suyo, como es sabido, en el mundo, los sistemas complejos se
estudian no tanto al interior de una Facultad, Departamento o Escuela, sino, ha
exigido la creación de espacios “interdisciplinarios”, como Centros e
Institutos. Esto mismo puede decirse con respecto a la organización en el
estudio de las ciencias de la vida. Aquella universidad, en el país, que logre
un trabajo sistemático de investigación y enseñanza de ciencias de la
complejidad, así como de divulgación, publicaciones, tendrá hacia el futuro una
seria ventaja comparativa con las demás. Esto mismo puede decirse con respecto
a sectores económicos, financieros, industriales y comerciales que puedan
interpretar y apropiarse de manera creativa la dinámica no-lineal. Esta idea
implica una auténtica política educativa, política de conocimiento y de
innovación.
Es importante entender el concepto de pensamiento complejo ya
que es desde las formas como se estructura el pensamiento como se puede
enfrentar la emergencia de teorías dentro de un sistema complejo, y aquí se menciona a J,
Bonil, cuando manifiesta que “El pensamiento,
desde la complejidad, se encuentra en constante construcción a partir de
la interacción permanente con su entorno. Es un pensamiento que dialoga entre
el todo y las partes, que entiende los antagónicos como complementarios desde
una perspectiva no reduccionista. Integra la creatividad como diálogo entre
imaginación y racionalidad. Permite ir de aquello que es local a lo global sin
perder de vista la vinculación entre los dos elementos como partes de un todo.
Un pensamiento que analiza los fenómenos desde el principio sistémico
entendiendo que los hechos se explican desde la relación entre multitud de
causas y efectos. El pensamiento complejo aparece como una forma articuladora
de organizar el propio pensamiento y de elaborar respuestas a las preguntas y
los retos que le presenta el contexto”.
Otro aporte a la reflexión la podemos tomar de Carlos Masse cuando plantea la crisis haciendo un
estudio desde lo que denomina la sociología de la educación fundamentado en algunas de las corrientes
contemporáneas más conocidas tales como el funcionalismo tecno-económico y la
teoría del capital humano, el funcionalismo reformista, educación e igualdad de
oportunidades, la teoría credencialista de Randall Collins, la teoría de la
reproducción de Bordieu y Passeron, la sociología de las clases, códigos y el
control de Bernstein, educación y reproducción económica o del marxismo y
sociología de la educación, Althusser y la educación como aparato ideológico
del Estado, la teoría de las redes escolares de Baudelot y Establet, la teoría
de la correspondencia y su revisión (Bonal 1988).
Más recientemente, a partir de los años ochenta surgen
nuevos paradigmas: el “paradigma interpretativo” en la sociología de la
educación, el interaccionismo simbólico en la sociología de la educación, la
sociología del currículum, teoría de la producción cultural y resistencia, la
de la hegemonía y resistencia en la educación; las dimensiones de género y
etnia; las formas de transmisión del sexismo en la escuela; y la escuela y
educación multicultural. Pero qué decir de “los patitos feos de la educación”:
la educación especial, la educación a los discapacitados; tan olvidados de la
llamada investigación educativa, pues ésta pone mayor atención en los niveles
masivos, en donde mayor presupuesto existe para la definición y evaluación de
las políticas públicas, para “vender” proyectos que prometen soluciones a lo
insolucionable.
Posteriormente la sociología de la educación ha
constituido nuevos paradigmas: la sociedad de la información y la relación entre
educación y empleo, la sociología de la política educativa y la de la educación
y atención a las diferencias (Bonal 1988).
Teniendo
en cuanta los anteriores estudios Carlos Massi afirma que “En
concreto se pretende a partir de la búsqueda de los fundamentos de estas
perspectivas que abordan a la educación, convencer de la necesidad de una
proposición más abierta, con una visión de complejidad, pero con los recursos
epistemológicos y gnoseológicos de la dialéctica crítica, para la
problematización de lo que se ha de investigar. Por lo que aquí partimos de una
articulación transdisciplinaria de los
distintos niveles que se relacionan con cualquier campo educativo, como
articulación compleja, es decir, como una visión lo más abierta al mundo en
desarrollo, como lo ha definido E. Morín, no como completad
reduccionista, sino desde una visión hologramática, y por ello más duradera y
general para el abordaje de los distintos problemas específicos de la
educación. Carlos Federico Bernardo Loureiro plantea un sistema educativo
que describe dentro del marco de la
complejidad como; “una praxis educativa
que es en sí cultural e informativa, pero fundamentalmente política, formativa
y emancipadora y por lo tanto, transformadora de las relaciones sociales
existentes. Al decir emancipadora, se quiere destacar, el sentido propuesto por
Adorno (2000), como un movimiento colectivo e individual, de liberación
consciente y de superación de las formas de alienación material y simbólica.
Educar es
emancipar a la humanidad. La acción emancipatoria es el medio por el cual
rompemos con la barbarie del modelo vigente de sociedad y de civilización, en
un proceso que parte del contexto societario en que nos movemos, del ‘lugar’
ocupado por cada sujeto, estableciendo experiencias formativas, escolares o no,
donde la reflexión crítica y la problematización, apoyadas en una acción
consciente y política, propician la construcción de su dinámica. Entendiendo
que, solamente existe democracia substantiva en sociedades formadas por sujetos
emancipados, en condiciones materiales y racionales de libre elección.
Se entiende que la
complejidad se presta más a una educación emancipadora porque favorece la
reflexión de lo cotidiano, el cuestionamiento y la transformación social, en
cuanto que la holística, al proponer el consenso de una pedagogía que se basa
en la armonía y la unidad, acaba por estimular la domesticación y la adaptación.”
Los administradores de la educación, los maestros y
profesores, se enfrentan en la realidad cotidiana con problemas concretos que
los vuelven pragmáticos, escépticos o resignados. Muchos olvidan que el
proyecto de la “instrucción pública” que fuera inventado en el curso de la
Revolución Francesa en 1792, proponía crear una educación que sustrajera a los
alumnos de la cultura de sus padres para prepararlos para una República fundada
en el conocimiento científico y en el respeto de los derechos humanos, una
República igualitaria que no existía. Por lo tanto, su proyecto educativo
significaba formar individuos “inadaptados” al sistema vigente porque los
preparaba para un mundo nuevo. Los sistemas educativos modernos crecieron entre
estas dos perspectivas: la pragmática de la gestión cotidiana de las escuelas y
la utópica de nuevas actitudes y conocimientos. Y pese a todas las
contradicciones la educación moderna creó nuevos ciudadanos, más autónomos, más
libres, más instruidos, más conscientes de sus relaciones sociales.
David Deutsch sostiene que : ”Si el conocimiento ha
de seguir creciendo de modo que, aparentemente, no tiene límites, y, a pesar de
ello, nos encaminamos hacia un estado en el que sea posible para los seres
humanos comprender todo lo comprensible, la profundidad de nuestras teorías
debe crecer con la suficiente rapidez para que resulte factible. Desde esta
perspectiva podemos concluir que la construcción de teorías sobre el
conocimiento y sobre la cambiante realidad se ha convertido en una de las
tareas centrales del sistema educativo.
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